El crimen, como tantos otros en el campo brasileño, todavía sigue impune, y no hay señales claras de que eso vaya a cambiar en el futuro. El día del homicidio también fue herida de gravedad Isabel Cardin, y otros trabajadores rurales opositores a la actividad de Syngenta.

Este mes, según informó el sitio oficial del MST, se entabló una nueva acción civil para comprobar la responsabilidad de la Syngenta en la muerte de Keno y en el intento de asesinato de Isabel.

A pesar de estos episodios, la liberación de los transgénicos y los negocios de la Syngenta continúan adelante en este país sudamericanos, al punto que entidades públicas como la EMBRAPA (Empresa Brasileña de Investigaciones Agropecuarias) están impulsando alianzas con la Syngenta para desarrollar semillas transgénicas para la caña de azúcar.

“No podemos olvidar que la Syngenta es la responsable del asesinato de Keno ¡Sólo por ese hecho hubiera debido ser echada de Brasil!”, se lamentó hace algunos días la referente del MST, Janaina Stronzake, en una entrevista con Bolpress.

En medio de todo este proceso de dolor e impunidad también hubo episodios positivos. El 5 de diciembre de 2009, el tristemente célebre campo experimental de la Syngenta se convirtió en un centro especializado en la agroecología, y los más de 3500 campesinos que ese día participaron en la inauguración festejaron el acontecimiento como una victoria sobre la trasnacional.

El nuevo local fue bautizado con el nombre Valmir Mota de Oliveira, y en la entrada fue colocado un monumento con la leyenda “Keno vive”.