La reciente muerte de un campesino del departamento de Canindeyú, y el total de treinta casos de intoxicaciones reportadas en lo que va de 2011 se explican por la creciente concentración de agrotóxicos que las empresas sojeras aplican sobre estos cultivos transgénicos.

El modelo de producción sojera en el Cono Sur se basa en la mecanización casi total del trabajo, el uso de semillas transgénicas que la vuelven resistente a herbicida genéricos y por ende grandes volúmenes de dichos agrotóxicos aplicados en forma indiscriminada.

Este sistema, además de configurar un mecanismo de empobrecimiento de la biodiversidad, representa la ocupación de territorios rurales, con su saldo de migración de campesinos hacia las ciudades o el extranjero.

Esta expulsión se sucede día a día en el campo paraguayo frente a la inacción del Estado de ese país sudamericano, dijo a Radio Mundo Real Magui Balbuena, dirigente de la Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas (CONAMURI).

En ese contexto se inscribe el fallecimiento el pasado 7 de enero del joven Rubén Portillo Cáceres (26) denunciado por las organizaciones de La Vía Campesina Paraguay recientemente.

“Los campesinos están saliendo del campo hacia otros países porque ya no resisten esta situación de fumigaciones constantes”, relata Balbuena añadiendo que “sistemáticamente” son violadas las normativas de seguridad y salud en el campo paraguayo pese a lo cual ni desde el Parlamento, ni desde los resortes estatales como la Fiscalía que deberían velar por los derechos humanos de las comunidades se reacciona contra los responsables de esta situación.

Balbuena relata que lo que ocurre en el campo de su país ha venido siendo sistemáticamente ocultado a la opinión pública por parte de los medios de comunicación con mayor influencia.

“Hay un descontrol sobre qué tipo de agrotóxico se está utilizando en las plantaciones, porque ingresan en forma de contrabando productos que han sido prohibidos en otros países por el daño que causan a la salud humana”, dijo Magui Balbuena en comunicación telefónica con Radio Mundo Real.

A ello se suman las nuevas tecnologías de maquinaria empleada, que en la actualidad aplica el agrotóxico en estado de máxima concentración sin recurrir al agua como diluyente. “El que fumiga está detrás de un vidrio, con aire acondicionado y con música -prosigue señalando Balbuena- pero el agrotóxico se está aplicando en estado puro, sin agua ya y bajo presión. Estamos peor y las autoridades no mueven ni un dedo”.

Aunque son conscientes de que los sojeros cuentan con la prensa, la policía y los políticos como “aliados”, los campesinos paraguayos resisten, aquí y allá.

La entrevista con Balbuena tuvo lugar en momentos en que su organización, CONAMURI, realizaba un encuentro nacional con lideresas de los once departamentos paraguayos. “Aquí las compañeras vienen informando de casos de intoxicación por fumigaciones en varios departamentos y de cómo los sojeros vienen arrinconando a los campesinos”, indicó.

El caso de Rúben Portillo ha sido denunciado internacionalmente por parte de La Vía Campesina Paraguay, reclamándole al Presidente Fernando Lugo esclarecer el caso y sancionar a sus responsables antes de lamentar una nueva víctima.

Foto: http://theesperanzaproject.org