22 de junio de 2010 | Radios Comunitarias | Arte y cultura | Derechos humanos
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La mayoría de las estaciones de radio de Somalia han suspendido las emisiones de música. De esa forma acatan la orden de las milicias islámicas, que entienden que la música contradice los preceptos del Islam. Los grupos fundamentalistas islámicos que controlan el sur y el centro de Somalia han amenazado con clausurar las emisoras que violen la prohibición y los empleados radiales temen por su vida. Pocos días atrás, la milicia somalí más poderosa, al-Shaabab, suspendió las emisiones de la británica BBC, porque según ese grupo fundamentalista, la emisora británica trasmite propaganda contra el Islam.
“Le guste o no, la música somalí muy pronto solo será historia». Es muy posible que pudiéramos llegar a pensar que las palabras de este periodista somalí, que se expresó de manera anónima hace algunos días, puedan convertirse en realidad. De hecho desde el 13 de abril pasado, ni una sola melodía se escuchó en las emisoras de Mogadiscio, después de que así lo determinara el Hezb Al-Islam. Este grupo insurgente islamista, en guerra con el gobierno, considera que la radiodifusión de la música va en contra de los principios religiosos, y hasta ha amenazado con tomar represalias contra cualquier estación de radio que muestre un «comportamiento blasfemo».
Mogadiscio es una ciudad caótica, y ha estado, durante muchos años, en las manos de las milicias exclusivistas que se hicieron ricas a través del narcotráfico. En 2006, la Unión de Cortes Islámicas restauró la ley y el orden, pero también implementó medidas radicales en nombre de cierta interpretación de la Sharia. El gobierno transitorio, mucho más moderado y apoyado por Etiopia y la Unión Africana, recobró el poder al final de 2006. Sin embargo, aun debe lidiar con constantes ataques de movimientos radicales.
En este contexto, la docena de emisoras de la capital no ha tenido otra opción que obedecer al Hezb Al-Islam y eliminar la música de todos los programas radiales. Incluso los jingles musicales han sido reemplazados por sonidos de aviones despegando o por cantos de pájaros; pájaros que, por cierto, se han vuelto muy escasos en este país que marcha al ritmo de los Kalashnikovs. Únicamente la radio del gobierno, bajo protección militar, ha desobedecido la nueva medida.
Esta sorprendente censura en las emisoras, está privando a los habitantes del último medio de escape que se conserva en este universo de miedo y frustración. El 13 de abril es, entonces, otra victoria para el oscurantismo. Por suerte para la memoria colectiva y el futuro del país, la música somalí todavía sigue teniendo gran influencia en el extranjero. Minneapolis y Toronto son dos grandes centros de la cultura de la diáspora somalí, en donde muchos talentos están surgiendo. Pero no es nueva esta prohibición. Ya en 2006 los fundamentalistas islámicos, que aún controlan buena parte del territorio de Somalia, emitieron una fatwa que recomendaba apresar y condenar a muerte a todos los integrantes del Comité Nacional de Música de ese país despedazado.
Ahora los que despachan desde la Casa Blanca y el Pentágono, han decidido rescatar a los somalíes del autoritarismo de los integristas y, de paso, salvarlos de todos los peligros que entraña la existencia, como cuando los aviadores estadounidenses lanzaron su artillería sobre unos pastores miserables y famélicos en la región de Afmadow, en el sur del territorio somalí y mataron a 70 de ellos cuando descansaban alrededor de sus hogueras o se agrupaban en torno a pozos de agua. La incesante guerra ha llevado al destierro a los músicos de Somalia. Los cantos han dejado de escucharse en los pozos de Afmadow y se han trasladado a las calles y bares de Toronto, de Londres y de Minneapolis.
Y, por el contrario, la decisión del precario ejecutivo de Sharif Ahmed de cerrar a las radios que no emiten música, ha colocado a los responsables de las emisoras frente a una disyuntiva no poco compleja - los locutores de la famosa radio Shabelle reemplazaron las canciones por sonidos de disparos, bocinas, galopes de caballo, para abrir sus programas -, y se presenta como la respuesta a la misma lógica. Él también quiere dejar claro que tiene la autoridad para terminar con el caos en Somalia. Pero la canción es como la vida: no importa cuán espeso sea el cemento, que a la larga una semilla germinada en las sombras, acabará reventándolo. Somalia está entonces, más presente que nunca en el mundo. Excepto en la misma Somalia... esperemos pues que la paz vuelva a este país, y que muy pronto todos sus habitantes puedan disfrutar tanto de la música y la poesía somalí, como de la extranjera.
Comentarios basados en un artículo de Hernán Zin, escritor, periodista y documentalista español, y otro de Nicolas Lhullier traducido por Paula Cubillos-Monje para Groovalizacion (radio de Bamako, Mali).
A lo largo del programa se escuchan interpretaciones de varios cantantes somalíes como Madar Yare, Axmed Cali Cigaal, Cumar Dhuule, Hanuuniye, K’naan, Maryan Mursal, Magool, Hasan Aadan Somatar, Hibo Nuura y Maxamed Saleebaan. Es una realización de Jorge Laraia.
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Foto: corazonesafricanos.blogspot.com
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