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11 de marzo de 2013 | | | | | | | |

Es otra cabeza

Se viene la “5ª Fiesta de la Semilla Criolla y la Agricultura Familiar”

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“Si quieren seguir trabajando sus predios, si quieren seguir en un Uruguay productivo, que nos acompañen. (...) Es importante que sepan que conservar la semilla criolla es conservar nuestra salud y nuestra economía, para poder vivir mejor”, invitó la agricultora uruguaya Ana María Álvarez a sus pares a lo que será la “5ª Fiesta de la Semilla Criolla y la Agricultura Familiar” en el país.

“La expectativa es poder seguir creciendo, poder llevarle a la gente los conocimientos de lo que es la semilla criolla, la soberanía alimentaria, y que cada vez más se involucre más gente en ese contexto”, dijo a Radio Mundo Real la productora del departamento de Treinta y Tres, situado al noreste del país, y habitante de la zona de la Quebrada de los Cuervos.

En esta oportunidad la “5ª Fiesta Nacional de la Semilla Criolla y la Agricultura Familiar: construyendo la Soberanía Alimentaria” se realizará el 12, 13 y 14 de abril en la zona de Valle Edén, a unos 30 kilómetros de la ciudad de Tacuarembó, en el departamento del mismo nombre y en el kilómetro 208 de la Ruta 26. Se esperan unos 200 productores familiares de casi todos los 19 departamentos del país y una cantidad de asistentes que superaría las 1000 personas y hasta podría alcanzar las 2000.

La Fiesta será organizada por la Red de Rescate y Revalorización de Semillas Criollas y Nativas del Uruguay, conformada por más de 20 grupos locales de productores familiares, REDES - Amigos de la Tierra Uruguay y la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República.

“Cada vez que se arma una fiesta de la semilla para los productores es muy importante, porque hay cosas que se trabajan durante dos años y nos enteramos de todo ese trabajo (en esta instancia)”, manifestó Ana María, que es referente del grupo de la Quebrada de los Cuervos. La Fiesta se hace cada dos años. En la entrevista mantenida ayer en una reunión de organización que se hizo en REDES – AT, en la capital Montevideo, la productora familiar agregó que “cuando nos reunimos tenemos muchos temas, y asuntos prioritarios” de las diversas zonas.

La última siembra no ha sido la más fácil para la familia de Ana María. Su esposo se enfermó en noviembre y ella quedó trabajando prácticamente sola, con el apoyo de un vecino y su tractor. “Lo único que hice fue tirar las semillas pero no he podido ni siquiera..., vamos a ver qué cosechamos”, dijo con cierto dejo de resignación. Enseguida se repuso: “Pero planté una especie de poroto que es para alimentar a los animales, que le llaman ’oreja de chancho’, es un poroto fuertísimo, maravilloso” porque se adapta a todos los climas. “Después tengo un poroto que le llamamos ’tape blanco’ o ’miudo’, que también da mucha cantidad, no tiene problemas con la liebre, que es uno de los enemigos que tenemos los agricultores; poroto manteca, y después plantamos maíz catete y maíz colorado”, agregó. Ana María también plantó papas para sacar semillas y para consumo, y en la huerta en la medida de lo posible todo tipo de verduras.

La Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas se organiza en 24 grupos locales en los departamentos de Artigas, Salto, Paysandú, Tacuarembó, Cerro Largo, Maldonado, Canelones, Lavalleja, Treinta y Tres, Montevideo, San José y Colonia, y cuenta con 160 predios familiares que integran el sistema colectivo de conservación in situ.

“Se rescatan semillas, se multiplican, se intercambian, porque tenemos la posibilidad de intercambiar sin tener que disponer de dinero”, destacó Ana María sobre la Red. Esa oportunidad es fundamental “para los pequeños productores o alguien que tiene simplemente una quinta o quiere tener su huerta, saludable además de orgánica, porque se trata de cuidar nuestra salud”, sintetizó.

Ana María lamentó que muchas veces los uruguayos compran productos “llenos de insecticidas, de herbicidas, y muchas veces tenemos problemas de salud a consecuencia de ello”. El rescate de la semilla criolla brinda soberanía, porque da la posibilidad de plantar sin disponer de dinero que muchas veces no se tiene, consideró la agricultora, y además brinda la oportunidad de alimentarse sano.

Ana María lamentó que en Uruguay “se perdió un gran porcentaje de la agricultura familiar” y “con eso se perdieron las semillas”. Sin embargo, y como parte de su lucha, resaltó que tiene semillas que han sido reutilizadas desde el año 1900, traspasadas de generación en generación desde su abuelo.

La habitante de la Quebrada de los Cuervos, zona natural reconocida como una de las más bonitas de Uruguay, argumentó que en el mercado las semillas que hay son “transgénicas, híbridos, que no sirven para trabajarlas al año siguiente”. “Las semillas nativas, criollas, orgánicas, uno año a año puede ir conservándolas e inclusive intercambiando con otros productores de diferentes predios y siempre sigue sacando buena variedad del producto. Y no necesita utilizarse productos químicos, porque se trabaja con productos orgánicos y ellas igual dan producción”, propuso en cambio.

También Ana María habló de los impactos de los monocultivos forestales en algunas partes del país, especialmente porque secan las fuentes de agua y rechazó la minería, como algunos de los agronegocios que han otorgado las tierras a las empresas y estrangulado a los pequeños productores, que han engrosado los cordones de pobreza de las ciudades.

En la zona de la Quebrada de los Cuervos, declarada área protegida, la estatal uruguaya ANCAP, dedicada a la generación de combustibles, lubricantes, gas, alcoholes y portland, tiene proyectado la extracción de piedra caliza por un plazo de 30 años. La Dirección Nacional de Medio Ambiente no autorizó una parte del proyecto. Pero el riesgo de que se consume al menos una parte del emprendimiento está latente. Los agricultores y vecinos de la zona fueron a la audiencia pública y lograron al menos frenar en parte esa actividad minera.

“Ese proyecto está a dos kilómetros del núcleo mismo que es el paisaje protegido Quebrada de los Cuervos, a un kilómetro de mi casa”, dijo Ana María. Entre las posibles afecciones enumeró la contaminación del agua, aire y tierra. Alertó sobre el uso de productos químicos para sacar la piedra caliza y el ruido de las maquinarias, en una zona que turistas de diversas partes del mundo valoran por su tranquilidad, silencio y gran biodiversidad.

Ana María y otros pequeños agricultores cooperativizados perdieron un predio arrendado en la zona, donde habían hecho una inversión y tenían animales, que debieron ser vendidos. Es imposible para los pequeños productores mantener un campo que es vendido a 5000 dólares la hectárea. “Tuvimos que venderlos”, se resignó Ana María. Es el precio del Uruguay dedicado a un campo para las empresas.

Foto: qviaje.wordpress.com

(CC) 2013 Radio Mundo Real

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