Valdez había investigado el mundo del narcotráfico en Sinaloa, estado del oeste del país; fue asesinado en la capital del estado, en Culiacán, a las doce del mediodía.

En la nota publicada el 19 de mayo por el semanario Brecha, Gilet transmitió el dolor que generan las muertes de todos y cada uno de los periodistas, pero dijo que la de Valdez “pesa un poquito más, porque se llevaron a un maestro”. “Valdez fue un periodista generoso y abierto, una referencia obligada para quien quisiera entender el mundo narco, y también para saber cómo hacer para obtener información fidedigna en un ambiente en el que todo es oscuridad. Enseñó a extremar el método, nos explicó que la autocensura es una forma de sobrevivir y que es también una frontera que se mueve”, escribió Gilet, en una sentida nota titulada “No al silencio”. En ese punto insistió Gilet en diálogo con Radio Mundo Real.

Pocas hora después de la muerte de Valdez, acribillaron a Sonia Córdova, directora del diario El Costeño, y a su hijo, Jonathan Rodríguez, quien también escribía en el periódico. Por si fuera poco, el jueves 18 secuestraron a otro periodista, Salvador Adame, en Michoacan.

Gilet señaló que el asesinato de Valdez y el de Córdova se produjo a plena luz del día, y que es “una señal de cómo la impunidad ha blindado esta violencia”. Es probable que el homicidio de Valdez tenga que ver con sus investigaciones sobre el narcotráfico, pero aun así, Gilet remarcó es responsabilidad directa del Estado.

Contó que según cifras oficiales México tiene 30.000 personas desaparecidas. “Es el mismo número que llevó la dictadura argentina, pero estamos hablando de un régimen democrático”, comparó, y se preguntó “¿quién necesita una dictadura si en democracia nos puede matar así?”. “La falta de justicia la viven todas las familias que intentan reclamar por un crimen. Si no fue el Estado por acción, lo fue por omisión, por no haber garantizado la protección y la vida de quienes vivimos en este país”, remarcó. También mencionó el asesinato de Miroslava Breach, periodista asesinada en ciudad de Juárez, con un mensaje escrito en su cuerpo que iba destinado a la clase política, y que involucra al gobierno.

Nada de esto se refleja en los grandes medios de comunicación, dice Gilet. En cambio, ha cambiado el trabajo cotidiano de los periodistas que no forman parte de los grandes medios: ya no corren solos detrás de la primicia, sino que comparten la información con colegas, para no estar solos y activar, entre todos, protocolos de seguridad.

Fortalezas
Durante la charla, Gilet iba en un ómnibus, desde la frontera norte hacia la capital del país. Venía de acompañar la primera caravana internacional de búsqueda en vida de desaparecidos, que se extendió por cinco ciudades del estado de Coahuila, limítrofe con Texas. La caravana fue organizada por los familiares de los desaparecidos: buscaron a los suyos en cárceles, entre las trabajadoras sexuales y en servicios forenses.

“Es infinita la cantidad de cuerpos que las procuradurías locales han enterrado en fosas comunes durante los 10 años que lleva la guerra contra el narco sin identificación”, comentó, y dijo que se estima que sean 90.000, en verdad, los desaparecidos. La periodista transmitió el dolor de las madres de los desaparecidos, pero valoró que esta lucha “convierte a una víctima en actor político, eso es lo que hace un poco sanarles el dolor”. “Si ellas mismas que son las víctimas se lanzan a esto, nosotros lo menos que podemos hacer es hacerlo visible, es un poco un gusto, un placer, un privilegio [acompañar] a quienes desafían todo. El valor de la gente en México, es de lo más lindo que tiene este país”.

Gilet pidió ayuda. Dijo que México “es un lugar al que hay que prestarle atención, porque como dijo el hijo de Valdez, que escribió una carta, ‘no nos dejen solos, atienden, reclamen en la medida de lo que puedan’. Solo México creo que no puede”, remató.