En 1996 Uruguay aprobó el primer evento transgénico, la soja RR, resistente al herbicida glifosato. Hoy, según el Instituto Nacional de Semillas, el 100 % de la soja que se planta en el país es transgénica. La superficie sembrada con soja en Uruguay ha aumentado de 28.900 hectáreas en la zafra 2001-2002 a 1 334 000 en la zafra 2014-2015. En 2013 por vez primera en la historia del país un rubro distinto de la producción ganadera, la soja transgénica, fue el primero en divisas generadas por importaciones. Uruguay se encuentra hoy entre los 10 primeros productores mundiales de transgénicos, pese a sus pequeñas dimensiones. Dentro del top diez de los productores mundiales de transgénicos están otros países de la región como Brasil, Argentina y Paraguay. Bolivia ocupa el puesto 11. No en vano en 2003 Syngenta bautizaba a nuestros países como la “República Unida de la soja”.

Pero a dos décadas de transgénicos ha quedado al descubierto que este modelo de agricultura industrial no cumplió con las promesas por las que estos cultivos fueron publicitados. Se han hecho evidentes, en cambio, los profundos daños socio-ambientales que causan a las poblaciones de los territorios ocupados en términos de salud pública, soberanía alimentaria, calidad del agua, conservación de los suelos y biodiversidad. Pero el modelo de producción aún así sigue instalado.

Una de las invitadas internacionales al seminario por los 20 años de los cultivos transgénicos en Uruguay fue la ingeniera agrónoma boliviana Georgina Catacora-Vargas. Ella insistió en la importancia de considerar parámetros socio-económicos para la ponderación de los distintos modelos de producción agrícola. Georgina habló con Radio Mundo Real acerca de sus investigaciones comparativas entre cultivos agroindustriales, agroecológicos e indígenas. También a acerca del componente publicitario por el que en base a promesas incumplidas se justificó que se impusieran los cultivos transgénicos en el mundo. Contó sobre un ejemplo de considerar en la evaluación de los cultivos transgénicos los impactos sociales, culturales o éticos.