Nada nuevo en un territorio en el que el asesinato de campesinos ya no es noticia, especialmente luego del golpe de Estado de 2009, que derrocó al presidente constitucional Juan Manuel Zelaya. El propio Álvarez estuvo el 20 de marzo cerca de la muerte una vez más. Lo esperaban en su casa para asesinarlo un grupo de cinco personas. Un aviso a tiempo le alertó para que no llegara a su hogar y salvara su vida y la de dos hijos. Debió dejar la zona para protegerse. Según dijo a Radio Mundo Real, lleva cuatro atentados en su contra.

“Aparentemente el Bajo Aguán, según las mentiras que le dice al mundo este gobernante, dictador, fascista que tenemos (Juan Orlando Hernández), es un paraíso. No es cierto. En el Bajo Aguán se sigue la criminalización, la persecución, los atentados contra los luchadores”, dijo el dirigente del MUCA en una entrevista que le realizáramos en el marco del “Encuentro Internacional de los Pueblos Berta Cáceres Vive”, realizado en Honduras del 13 al 15 de abril.

“Es lamentable. No ha cambiado nada. Están con todo el propósito de destruir esa lucha de resistencia y de defensa de nuestros territorios por la recuperación de la tierra”, agregó.

Álvarez explicó que las principales amenazas para los campesinos en el Bajo Aguán provienen de la empresa Corporación Dinant, del empresario largamente denunciado por el MUCA Miguel Facussé, que pretende “arrebatarnos otra vez las tierras que estaban bajo acuerdo con el gobierno”. Además, “el propio gobierno ha promocionado esos territorios para las ciudades modelo”, por lo que hay fuertísimos intereses en la zona para quedarse con las propiedades que según Álvarez “pertenecen a los campesinos”. Es que están incluidas en los paquetes de reforma agraria y son los trabajadores rurales justamente los beneficiarios de esos acuerdos, señaló.

El dirigente manifestó también que más de 13 comunidades son hoy en día desplazadas por proyectos o concesiones mineras. Alertó sobre la fuerte presencia del paramilitarismo, inclusive con infiltrados en los movimientos campesinos, y de escuadrones de la muerte.

A la hora de mencionar a Berta Cáceres, la dirigente lenca asesinada el 2 de marzo, la recordó como una “hermana de lucha”, que fue “solidaria con la lucha nuestra en el Bajo Aguán” y “parte de toda la resistencia contra el golpe de Estado”.

El 15 de abril, día en que los participantes del “Encuentro Internacional de los Pueblos Berta Cáceres Vive” fueron al río Gualcarque en la comunidad de Río Blanco, departamento de Intibucá, y sufrieron el ataque de decenas de personas que los esperaron armados manifestándose a favor del proyecto hidroeléctrico de Agua Zarca, Álvarez fue uno de los principales heridos. Una pedrada alcanzó su frente, muy cerca de uno de sus ojos.