Así se refirió la dirigente campesina María José da Costa, del Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA), frente a los micrófonos de Radio Mundo Real, a la coyuntura política que atraviesa su país, donde el 17 de abril se realizó la votación en la Cámara de Diputados que dio lugar al proceso de juicio político (impeachment) contra la mandataria democráticamente electa Dilma Rousseff.

La entrevista a Da Costa se hizo antes de ese oscuro fin de semana para el pueblo de Brasil, y en el marco de lo que fue en Honduras el “Encuentro Internacional de los Pueblos Berta Cáceres Vive” (13-15 de abril). Al momento de la charla los participantes del Encuentro que viajamos a la comunidad de Río Blanco, departamento de Intibucá, el 15 de abril, bajábamos rumbo al río Gualcarque, que Berta tanto amó y defendió.

“Nuestra democracia no es la mejor, pero en este momento del sistema capitalista en Brasil es lo mejor que tenemos. Y así seguiremos para llegar a otro sistema más justo e igualitario. Pero no aceptaremos el golpe, el impeachment, porque nosotros, 54 millones de brasileños, elegimos a Dilma y no nos la quitarán jamás”, aseguró da Costa.

Consultada acerca de su presencia en el Encuentro en Honduras, la dirigente dijo que el MPA “no podía dejar de estar aquí”, en una “coyuntura que es de toda Latinoamérica”, pero en este momento “es necesario poner luz de lo que está pasando aquí, especialmente a raíz del asesinato de Berta”. La representante campesina calificó a Berta como “una compañera muy valerosa, combatiente, como tantas otras que tenemos en nuestros países y continentes”.

Por eso llamó a la solidaridad con Honduras, y también frente a lo que está ocurriendo en Brasil con la mandataria Rousseff. “Los hondureños saben bien lo que está ocurriendo en Brasil, porque lo sintieron en 2009”, señaló. Fue el 28 de junio de ese año que el político Roberto Micheletti y las Fueras Armadas de Honduras dieron el golpe de Estado que destituyó al presidente constitucional José Manuel Zelaya.

Desde entonces Honduras es puro dolor y muerte, pero también una digna y feroz resistencia del pueblo organizado y movilizado.