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2 de septiembre de 2013 | | | | |

“Hay que ir al campo para ver el sufrimiento de la mujer”

Las mujeres de la República Democrática del Congo reclaman justicia y dignidad

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En el marco del 9° Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM) que se realizó en San Pablo, Brasil, del 26 al 31 de agosto, Adèle Karabagi, de la República Democrática del Congo (RDC), estuvo el 29 en la carpa de la solidaridad organizada en el Memorial de América Latina.

Adèle compartió con las demás participantes su experiencia y su testimonio acerca de la terrible situación de su país, que está en conflicto armado desde hace veinte años. Se centró, más que nada, en las condiciones a menudo inhumanas en las que viven las mujeres en la región de los Grandes Lagos.

Desde el genocidio perpetrado en Ruanda en 1994, la vida de la mujer congoleña es un calvario, contó Adèle a las presentes. Las mujeres sufren a diario la violencia policial, de los soldados de la armada y de la milicia, pero también de civiles. “Es una situación que deshumaniza”, sostuvo. En medio del conflicto que se eterniza en el país, la mujer es cosificada, su cuerpo es utilizado como arma y campo de batalla, al punto que para muchas mujeres ya no vale la pena vivir, según las palabras de Adèle.

Si bien se afirma que la guerra tuvo su origen en un conflicto entre congoleños, fue importada por corporaciones transnacionales, pero también por la comunidad internacional. El flujo de refugiados y su presencia en la RDC no estuvo bien planificado y los promotores del conflicto no tenían el control, siempre de acuerdo a lo contado por la activista.

Cuando llegaron los refugiados a RDC, las mujeres congoleñas comenzaron a organizar acciones de solidaridad para recolectar vestimenta, alimentos y sustento. La segunda guerra del Congo, que se desató en 1998, opuso a dos facciones: el Movimiento de Liberación del Congo (MLC), que contaba con el apoyo de Uganda, y los Tutsis de la Agrupación Congoleña por la Democracia (RCD), que contaba con el apoyo de Ruanda. Por su parte, el gobierno de RDC, con sede en Kinshasa, contaba con las milicias de autodefensa Mai-Mai, y los rebeldes hutus ruandeses (FDLR) para luchar contra los rebeldes.

Se suscitaron numerosos casos de violaciones y crímenes. Adèle mencionó los actos terribles de violencia hacia las mujeres: además de las violaciones en grupo y las mutilaciones (introducción de instrumentos en la vagina de las mujeres, amputaciones), las mujeres fueron sometidas a esclavitud sexual en las zonas rurales. Las que intentaron oponerse a las atrocidades fueron reprimidas hasta la muerte, y 14 mujeres fueron enterradas vivas después de haber sido torturadas. Algunos de los cuerpos de estas mujeres fueron utilizados por los soldados como alimento.

En la actualidad las mujeres congoleñas reclaman justicia, tras años de humillaciones y de trato inhumano. Tanto niñas como mujeres mayores sufrieron violaciones y mutilaciones. “La mujer congoleña sufre, pero no quiere que la vean como víctima”, dijo Adèle.

Muchos niños quedaron huérfanos y viven en las calles, y muchos de ellos se unen a los grupos armados a medida que crecen.

Foto: generoconclase.blogspot.com

(CC) 2013 Radio Mundo Real

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