El Centro Martin Luther King nació en Cuba hace 30 años, por impulso de la Iglesia Bautista; está comprometido con la Revolución Cubana y con la formación y promoción de la educación popular. Esa tarea se extiende fuera de las fronteras de la isla, por eso la educadora popular Marilín Peña Pérez, junto a otros integrantes del Centro, participaron del 2 al 5 de octubre en el 8º Encuentro Nacional del Movimiento de Afectados por Represas (MAB, por sus siglas en portugués), que se desarrolló en Río de Janeiro. Ante cerca de 3.000 afectados por represas de todo el continente, Peña hizo un análisis de la coyuntura internacional; sobre este y otros temas, dialogamos con ella en esta entrevista.

Estrategia mundial
“Lo que está ocurriendo en Brasil no es una cuestión aislada sino que forma parte de toda una estrategia internacional que no sólo es continental, sino mundial, y que tiene que ver con una crisis del capitalismo”, aclaró Peña. En ese contexto, indicó que en América Latina se abre un nuevo escenario que quiere romper los avances que tuvo la izquierda, los movimientos populares y los gobiernos progresistas hace una década “y que quiere implantar sobre un régimen de terror una nueva ola neoliberal que acabe con esos avances sociales”. Añadió que algunos expertos le denominan “guerra no convencional”: “no estamos asistiendo a un momento de golpes militares, como ocurrieron décadas atrás, sino a una guerra de amplio espectro, como también se le conoce, que tiene que ver con varios espectros como son la guerra económica, la guerra cultural, guerra mediática y la guerra en el plano judicial”.

Describió que “la guerra económica se expresa en la profundización de la crisis económica que cada vez nos vuelve más dependientes de los centros de poder. Por eso las situaciones sociales de nuestros países en América Latina son cada vez más complejas: el desempleo, los problemas para acceder a los servicios claves, el tema de la criminalización que, con el uso de paramilitares, parece que no fuera el Estado, pero sabemos que detrás hay una política de Estado de aniquilar a los luchadores, a las luchadoras, a las personas que se niegan a vivir en ese sometimiento, y que tiene que ver con una guerra para saquear los recursos naturales, porque es la manera que el imperialismo encuentra de poder seguir reproduciéndose en esta nueva etapa”. Eso explica, a su entender, esta “ola por devastar” lo que construyeron los gobiernos progresistas de la región, que se arriesgaron a compartir el “bien de los pueblos en beneficio social”, y que ahora la derecha busca privatizar.

La guerra también es cultural, señaló Peña, puesto que “ocurre en el plano de las ideas, desde los centros de dominación se nos quieren imponer la forma de pensar, vivir, patrones de consumo de todo tipo cuyo objetivo es borrar la identidad cultural y de resistencia de nuestros pueblos”. “Es una guerra mediática”, dijo, donde “parece que sólo lo que desde ellos se trasmite es la verdad, porque el mensaje que transmiten los dueños de los medios es “que las cosas no se pueden cambiar” y que “hay que estar tranquilos”. “Lógicamente, implantan un sistema que trae la desesperanza o trae el miedo” para que las personas dejen de luchar, dijo.

Peña identificó otro tipo de guerra, que está siendo usada actualmente: los golpes parlamentarios. “Desde el plano jurídico también se hace una guerra, desde lo legislativo o judicial se obstaculiza la transformación y el cambio en nuestros países. Pareciera que la derecha está contra la corrupción y la impunidad, se roban el discurso de la izquierda para manipular. El caso más evidente es lo sucedido con la expresidenta brasileña Dilma Rousseff”, explicó Peña en una charla posterior.
“Los desafíos principales en los que se encuentra América Latina, la izquierda del mundo, y también Cuba, tienen que ver con el tema de la organización, de la formación política, de la movilización, de la resistencia y de la articulación nacional e internacional”, manifestó Peña, resaltando la importancia de encuentros continentales y formativos como los del MAB.

Construcción de futuro
“Cuba está atravesando hoy un gran desafío. Fidel no está físicamente con nosotros, el año que viene habrá elecciones generales y se ha planteado la idea de pasar el Estado y el gobierno a nuevas generaciones”, reveló Peña. Dijo que desde 1959 hasta ahora han gobernado el país “personas que estuvieron en la Sierra Maestra, que lucharon junto a Fidel, que forman parte de la generación más cercana a la revolución”, pero que la gran mayoría de la población cubana actual no vivió los primeros años de la revolución: “esos hechos se van alejando en el tiempo, entonces el conocimiento de la historia, el sentir orgullo por esa historia y por ese legado son de los desafíos que tenemos hoy los cubanos para transmitir a las nuevas generaciones”. En ese sentido, comentó que el gran desafío es “cómo convencer en esa guerra cultural y mediática a la juventud de que es la protagonista de la historia de los próximos años en nuestros pueblos” y que eso requerirá de su “organización, de formación, y de poder aportar y participar en ese proceso de construcción del futuro”.

El proceso electoral ya comenzó. El 26 de noviembre, 7.608.404 cubanos eligieron sus delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular. Fue la primera etapa de las elecciones generales 2017-2018, que apunta a renovar las autoridades presidenciales del país. Según la información de la Comisión Electoral Nacional de Cuba, votó el 85,94% de las personas habilitadas; fueron válidos el 91,79% de los votos, hubo 4,12% de votos en blanco y 4,07% anulados. Las elecciones transcurrieron con total normalidad.

En cuanto a las relaciones con Estados Unidos, Peña aseguró que la presidencia de Trump tiene “una posición fascista y terrorista por excelencia”. Comentó que el gobierno Estados Unidos denunció que Cuba le había hecho una “guerra acústica” a funcionarios radicados en la Embajada Norteamericana en Cuba, en la que supuestamente una veintena de diplomáticos habían sufrido pérdida de audición, mareos y daños cerebrales por supuestas “armas sónicas”. “No se ha puesto ninguna evidencia, no hay ninguna prueba del ataque acústico, sin embargo hay un pronunciamiento del secretario de Estado norteamericano hace cuatro días atrás de retirar el 50% de los funcionarios de la embajada y lógicamente eso va a tener un impacto en las relaciones bilaterales por cuanto no se ha avanzado lo que se creía para este momento”, había explicado Peña a comienzos de octubre.

Ese temor era fundado. “Las relaciones diplomáticas se han afectado por causa del supuesto ataque acústico: fue retirado el 50% del personal de la Embajada Norteamericana en La Habana y 17 de nuestros funcionarios en la Embajada Cubana en Nueva York”, confirmó Peña a Radio Mundo Real a comienzos de diciembre. “Ahora los cubanos que van a viajar a Estados Unidos tienen que ir a Colombia a visarse y eso encarece y enrarece todo el proceso migratorio o de visitas con afectaciones serias a nuestro pueblo, a las familias”, lamentó.

Sobre este tema se manifestó también el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que se desarrolló el 1º de noviembre en Nueva York. El ministro reprobó la “injustificada” medida del gobierno estadounidense de reducir personal en las embajadas y el consulado, así como el desmantelamiento de la Oficina Económico-Comercial. Señaló que todo eso ocurrió “con el avieso propósito político de privar de interlocución al sector empresarial estadounidense, genuinamente interesado en explorar las oportunidades de negocios existentes, aun dentro del marco restrictivo de las regulaciones del bloqueo”, dijo.

Peña agregó que “hay un recrudecimiento brutal del bloqueo” que incluye campañas para que turistas estadounidenses no visiten la isla y para que los bancos no otorguen créditos. La asfixia se hace sentir por varios lados, incluso comprende temas sensibles y de interés general, como la salud. Según denunció Rodríguez Parrilla ante la Asamblea General de la ONU, “durante el último año, la empresa cubana importadora y exportadora de productos médicos, Medicuba SA, realizó solicitudes para comprar insumos a 18 compañías estadounidenses que rehusaron o nunca respondieron”. Nombró, además, casos de compañías que se negaron a venderles materiales para hacer diagnósticos de VIH-Sida, hepatitis C, dengue, zika, chikungunya y cáncer de próstata, alegando que “el Departamento del Tesoro de Estados Unidos mantiene sanciones comerciales que prohíben la venta de sus productos a la isla”.

Por vigésima sexta vez, el pueblo cubano planteó en la ONU la “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. Una vez más, Estados Unidos e Israel votaron en contra de la propuesta, mientras que los 191 países restantes votaron a favor del levantamiento del bloqueo. La isla sigue esperando pero, tal como lo aclaró Rodríguez durante su intervención en la Asamblea General de la ONU, “el pueblo cubano no renunciará jamás a construir una nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible”.