Así como en la exposición del tema, en diálogo con Radio Mundo Real, López explicó que “el proyecto energético popular se subordina al proyecto país, que tiene que ver con la construcción de una sociedad socialista, una sociedad de justicia social”. Destacó que la política energética favorece el desarrollo de sectores prioritarios: la educación, la salud, la seguridad social, el trabajo, la tierra, que en Cuba son entendidos como derechos universales.

El modelo energético cubano garantiza que las familias tengan energía, no sólo por ser un sector priorizado, sino porque el Estado subsidia la mayor parte del costo. Hay una tarifa para el consumo familiar: el promedio mensual de consumo energético de una familia es de 186 kilowatt, lo que tiene un costo de 1,50 dólares por mes.

Cuba trabaja en la diversificación de fuentes de la matriz energética. El aprendizaje no fue sencillo, más bien fue obligado, debido la profunda crisis energética que sufrió la isla luego de la caída de la Unión Soviética. Fue allí que la estrategia se reorientó a “desarrollar un modelo energético popular que hiciera sostenible las políticas y los procesos que garantizaban la transición socialista”, explicó López. El petróleo sigue teniendo un protagonismo importante: usan crudo nacional -que es “muy duro”, por lo que no se aplica a todas las necesidades- y el resto es importado desde Venezuela. De a poco ganan lugar las fuentes renovables: energía eólica, solar, hídrica, y en los últimos años se ha desarrollado un movimiento de usuarios del biogas que estimula “la producción independiente de campesinos y campesinas que a partir de sus desechos orgánicos producen energía para el consumo personal de sus familias”, detalló López. Agregó que se aprobará una ley para que puedan venderle parte de la energía al sistema eléctrico. La meta es que en 2030 el 30% de la matriz energética provenga de fuentes renovables.

El seminario internacional se realizó luego de concluido el 8º Encuentro Nacional del MAB; en ambos espacios asomaron los daños ambientales y sociales que generan las represas hidroeléctricas, que han desplazado a cientos de comunidades, cambiando sus formas de vida. López aclaró que las represas con las que cuenta la isla son minihidroeléctricas que sirgen para el abastecimiento local. La diferencia más grande de esas represas con las del sistema capitalista no sólo radica en el tamaño y en la propiedad, sino en la subordinación a un proyecto país que, en el caso de Cuba, es la creación de una sociedad con justicia social.