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27 de septiembre de 2015 | | |

"No somos incubadoras"

Uruguayas, brasileras y argentinas coinciden en que el derecho al aborto sigue siendo una deuda de la democracia

Por Azul Cordo

Con los ecos de la batucada resonando, unas 500 parlamentarias, sindicalistas, negras, lesbianas, de un lado y otro de la frontera, sin fronteras entre cuerpos, pensares y sentires, asistieron al primer panel de la IV Acción Internacional de la Marcha de las Mujeres 2015 en Brasil, denominado “Coyuntura de la discriminación y despenalización del aborto en Argentina, Brasil, Uruguay” que tuvo lugar en el Teatro Municipal 15 de febrero en Rivera, Uruguay.

Antes de dar paso a las panelistas, Cintia Barenho, una de las coordinadoras de la MMM de Río Grande do Sul, recordó que las mujeres todavía deben luchar todos los días por conquistar su derecho al cuerpo, por lograr escapar de los circuitos clandestinos de aborto y contra Parlamentos como el brasilero, que la semana pasada aprobó por ley que la familia es solamente la unión entre un hombre y una mujer, desconociendo la multiplicidad de modelos de familia existentes.

Maru Casanova, politóloga e investigadora de la ONG Mujer y Salud en Uruguay (MYSU) abrió el debate destacando las “dificultades para la implementación” de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en dicho país y la necesidad de avanzar sobre lo logrado en materia de agenda de derechos en el anterior de gobierno frenteamplista (IVE, matrimonio igualitario, regulación estatal de la venta de cannabis), aunque enfatizó que esos logros no hubieran sido posibles sin la movilización incesante de las organizaciones sociales.

La activista feminista destacó que es necesario difundir más y mejor los servicios de salud sexual, reproductiva y aborto que se implementan en Uruguay, y que el monitoreo social -como el que hace el Observatorio Nacional en Género y Salud Sexual y Reproductiva de MYSU con los servicios y usuarias/os del sistema- se sostenga en el tiempo, para evaluar en forma constante el funcionamiento de las políticas públicas.

Como esta organización ha destacado en otras oportunidades, la objeción de conciencia es una de los principales barreras que persisten en el acceso a una IVE, además de las continuidades al modelo materno-infantil en políticas de salud. Asimismo, Casanova mostró al auditorio una foto tomada minutos atrás: era el monumento a la Madre en Rivera que, como lema, definía a la madre como “ternura y amor. Abnegación, sacrificio y renuncia”. “Tenemos todavía una larga batalla cultural por adelante”, remató Casanova.

Dora Martínez, sindicalista de la CTA-A e integrante de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, remarcó que estas instancias internacionales son positivas para “intercambiar experiencias” en la lucha por la despenalización y legalización del aborto, es decir, “por el derecho inalienable a decidir sobre nuestros cuerpos, nuestro territorio”. A la vez que instó a construir una “ofensiva” regional “que signifique dar vuelta la agenda de los gobiernos” para que se enfoquen en los derechos de las mujeres.

Recordó que la lucha por el aborto legal en Argentina comenzó como un taller de estrategia por el derecho al aborto, desarrollado en el 18° Encuentro Nacional de Mujeres, que derivó en la constitución de la Campaña en 2005.

Cinco veces después de haber presentado proyectos de ley para la despenalización del aborto, “todavía tenemos que seguir luchando contra el patriarcado, representado especialmente por la Iglesia y los Estados”, indicó la sindicalista y reiteró el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, aunque éste no sea un tema de agenda. “El aborto sigue siendo una deuda de la democracia, de las gestiones de gobierno y de salud pública”, agregó. Mientras que “el patriarcado nos puso en un lugar de incubadoras, la resistencia feminista ha salvado vidas y ha logrado que las mujeres se empoderen”, espetó.

“El aborto es parte de la vida de las mujeres”, continuó Sonia Coelho de la MMM-Brasil. “No siempre ha sido criminalizado. La criminalización es una nueva forma de controlar nuestro cuerpo y nuestras vidas, y tiene consecuencias directas en mujeres pobres y negras”. Por eso señaló la importancia de hacer trabajo de base con mujeres, para desarrollar su autonomía.

Si bien en Brasil hubo varios proyectos por la despenalización a comienzos de los años 90, sumándose a la campaña latinoamericana y del Caribe, lamentó que desde mediados de esa década el movimiento feminista brasilero “no tenga una estrategia [conjunta] por la despenalización”.

Coelho sostuvo que “la perversidad del machismo es impedir que las adolescentes puedan acceder a anticonceptivos de emergencia” para acabar con embarazos no deseados. De allí la importancia de “avanzar en la agenda por la autonomía de las mujeres”.

Así como argentinas y uruguayas habían hecho referencia en cánticos y charlas de pasillo sobre el uso del Misoprostol para abortar, Sonia destacó que mientras las brasileras pudieron usar Citotec “disminuyeron las muertes de mujeres por aborto”, en tanto ahora, al ser “ilegal”, “pasó a ser [un medicamento] comercializado por las organizaciones criminales que controlan su venta”, poniendo en riesgo doblemente la vida de las mujeres.

Desde el público cuestionaron por qué continúan las resistencias a debatir el tema del aborto, incluso dentro del movimiento, y Coelho llamó a pensar estrategias en conjunto y pensar cómo ser solidarias entre nosotras.

Mujeres, feministas, revolucionarias, seguiremos en marcha hasta que todas seamos libres.

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