En Túnez, el gobierno responde una vez más haciendo uso de la represión, la cual es una realidad cotidiana para la población del país, compuesta en gran medida por campesinos y pequeños comerciantes. Las cifras oficiales hablan de menos de veinte fallecidos en los disturbios, mientras que sindicatos y organizaciones sociales estiman que el número se sitúa en alrededor de cincuenta.

Las protestas estallaron el pasado 17 de diciembre en solidaridad con Mohamed Bouazizi, cuando éste se inmoló en la localidad de Sidi Bouzid como forma de denuncia, luego de que la policía le confiscara las frutas y verduras que vendía en la calle. El joven de 26 años era un graduado universitario que, habiendo buscado trabajo durante largo tiempo sin conseguirlo, vendía en la calle para lograr su subsistencia y la de su familia.

A pesar de la crudeza de la represión las revueltas no se han detenido, y podrían poner fin al gobierno de los últimos 23 años de Zine al-Abidine Ben Ali, reconocido por la desigualdad y la corrupción. El régimen de Ben Ali le ha valido asimismo a Túnez el epíteto de “Estado policial”, según consta en los cables diplomáticos revelados por el sitio de investigación Wikileaks.

Mientras tanto en Argelia, más de tres personas murieron y cerca de mil fueron arrestadas en las protestas provocadas por un aumento repentino en los precios de alimentos, que hicieron trepar los precios de productos como la harina, el azúcar y el aceite un 30% en los últimos días.

Al igual que en Túnez, los manifestantes exigen además medidas para reducir la desigualdad y la corrupción, y cambiar la matriz de las políticas económicas, de un modo más profundo que el propuesto por el gobierno para moderar el aumento de precios.

Foto: http://www.enlucha.org/