Radio Mundo Real recogió los análisis de Martha Giraldo, del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, así como de Carlos Andrés Ramírez quien hace parte de la Corporación Nuevo Arco Iris sobre lo que está en debate dentro y fuera de la letra de la ley.

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Si bien es cierto que esta ley debiera estar amarrada a un proceso de paz y de negociación política con los diferentes actores armados y el Estado, hay un reconocimiento de la necesidad de dar una atención real y efectiva a las víctimas del conflicto en Colombia, el problema según Martha Giraldo del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado está en que esta ley no se ha consultado con las víctimas, no tiene en cuenta a las víctimas de agentes del Estado, entre otras graves falencias.

“Las víctimas no estamos buscando reparación económica, estamos buscando reparaciones civiles, morales, estamos buscando que se promueva la memoria histórica, que se cuente la verdad de los crímenes… aquí lo que se piensa es echar un brochazo y dejar todo allí tapadito y el manto que cubre eso es el proyecto de ley de víctimas”, afirma Martha.

Asimismo, la activista destaca los vacíos, falencias y deformaciones de la verdad histórica incluidas en el proyecto de ley que, afirma, seguramente resultará aprobado por el Congreso.

“Derecho de superficie”

Otro peligro que representa la Ley de Víctimas, para las víctimas mismas es lo que parece ser una artimaña jurídica, que es el llamado “derecho de superficie” por el cual se estipula el derecho al uso y tenencia de la tierra afectada por el conflicto.

Éste refiere a que quienes han tomado la tierra y la han puesto a producir, bajo el supuesto de la buena fe adquieren un derecho sobre la misma y éste debe ser reconocido por el propietario originario a quien se le restituye la tierra.

Sobre este particular conversamos con Carlos Andrés Ramírez de la Corporación Nuevo Arco Iris, quien advierte sobre la posible legitimación de la reforma agraria narcoparamilitar: “Si el derecho de posesión es de una multinacional, o un señor que tiene ochenta mil hectáreas a su alrededor, ¿cuál es la capacidad de negociación del Estado o del campesino frente a ese terrateniente que compró esa tierra? La gente llega maniatada a esa discusión, o finalmente te dicen: le compro la tierra en tanta plata”, con lo cual se acentúa el problema de concentración de la tierra y su uso en favor del agronegocio y las industrias extractivas.

Nuevamente la mesa de la discusión legislativa está puesta en Colombia, el gran ausente: el pueblo, no sólo porque no lo han invitado, sino porque no lo dejan entrar.