Ante las presiones que recibe el gobierno de El Salvador sobre la producción de transgénicos, CESTA Amigos de la Tierra El Salvador advierte el peligro que esto representa para la agricultura campesina y la biodiversidad del país.

La organización ambiental salvadoreña considera que el uso de transgénicos debe eliminarse y sobre todo eliminar la producción de las semillas genéticamente modificadas bajo cualquier condición.

Hoy en día se han verificado los impactos negativos en todos los aspectos: desde la salud, al ambiente y la economía familiar, además es una problemática que monopoliza y hace perder la identidad en las producciones agrícolas nacionales afirma la Directora de CESTA, Silvia Quiroa.

Los riesgos de promover los transgénicos son elevados, dijo Quiroa a lo que debe sumarse el falso argumento de que los transgénicos solucionarían la carencia de alimentos en el país, lo cual ha demostrado no solucionarse con el uso de los organismos genéticamente modificados.

En estas advertencias también se incluyen medidas urgentes que deberían asumirse por parte del Estado salvadoreño como es la aprobación de una ley de bioseguridad que debería prohibir el uso de semillas transgénicas y obligar a las empresas a etiquetar claramente aquellos productos que incluyan transgénicos.

“En nuestro país aun hay muchas familias campesinas que conservan una diversidad de semillas de múltiples especies, colores y formas, esas son las semillas que debemos cuidar y conservar ya que éstas van asegurar la sustentabilidad de la producción campesina” afirmó por su parte José Acosta, responsable de programas en CESTA para quien los campesinos han sido los más marginados de las políticas públicas.

En lugar de apostarle a semillas transgénicas que sólo contaminan el ambiente y generan una dependencia hacia las empresas internacionales, se debería estar revalorando invertir en la cultura campesina que está marginada de las políticas sociales y de una serie de beneficios que deberían proveerse a este sector, dijo Acosta.

También asegura que se necesita una legislación que proteja el ecosistema y esto depende de varias instituciones como el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales y el Ministerio de Agricultura y Ganadería.

Por su parte Edith Campos, del Programa de Soberanía Alimentaria en CESTA recordó en la rueda de prensa que las instituciones estatales competentes no intervinieron cuando en 2008 se derogó el artículo 30 de la Ley de Semillas, el cual prohibía la importación, introducción, comercialización y distribución de semillas transgénicas. Este artículo se derogó para permitir el ingreso de las semillas transgénicas.

Con ello, la empresa Monsanto realizó experimentos de transgénicos en los terrenos del Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (CENTA), terrenos que aún están contaminados y que el gobierno no ha podido limpiar, argumentó la integrante de CESTA.

Por eso es importante contar con una ley de bioseguridad que diga “no a los transgénicos” antes que tener una ley de biotecnología. Ya que por el momento el Estado salvadoreño ha dejado en el olvido el Protocolo de Cartagena, el cual fue firmado y ratificado por El Salvador justamente para regular el comercio internacional de transgénicos a través de medidas de seguridad acordes con las necesidades de los consumidores, industriales y en particular, con el medio ambiente.

Finalmente Acosta subrayó la necesidad de legislar sobre estos temas, prohibiendo estas tecnologías o bien regulándolas en forma permanente sin que las decisiones dependan del gobierno de turno.

Producción de Josefina Ramírez - Comunicaciones CESTA-AT El Salvador

Foto: http://salvadorenosenelmundo.blogspot.com

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