Allí, el movimiento campesino reclama ante las autoridades presentes un cambio de dirección radical en torno a las políticas de mercados libres actuales, y expondrá que la agricultura industrial a gran escala y los monocultivos “son el origen de la actual crisis de la biodiversidad, alimentaria y climática”, según señala en un comunicado de prensa.

A su vez, en una declaración, el movimiento de base indicó que existía “una guerra por el control de las semillas”, que será “determinante para el futuro de la humanidad”.

“Un actor en esta guerra es la industria de las semillas, de la ingeniería genética, de las tecnologías híbridas y de los productos agroquímicos, que quiere adueñarse de nuestras semillas para multiplicar sus ganancias, obligando a los campesinos a ser consumidores dependientes de sus semillas. Por el otro lado estamos los campesinos y campesinas, que conservamos y reproducimos nuestras semillas a través de nuestros sistemas vivos de semillas locales, campesinas e indígenas, semillas que son patrimonio de nuestros pueblos, custodiadas y reproducidas por mujeres y hombres del campo. Nuestras semillas son una riqueza que ponemos generosamente al servicio de la humanidad”, indica la declaración.

En este sentido, el movimiento señala que el Tratado Internacional para Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura “reconoce y legitima la propiedad industrial sobre las semillas, justificando el despojo y el monopolio”, por lo que se trata de “un tratado contradictorio y ambiguo, que en la práctica toma el lado del despojo”.

Aunque por otra parte, La Vía afirma que no todo está perdido con respecto al tratado, ya que puede ser positivo en tanto se le hagan correcciones sustanciales, que den prioridad a los derechos y modos tradicionales de producción campesinos, prohibiendo la propiedad industrial sobre los seres vivos, a través de políticas públicas agroecológicas que sean vinculantes.

La respuesta, indica La Vía Campesina, radica en profundizar el modelo de agricultura agroecológica, que a diferencia de la agricultura industrial, tiene efectos positivos en la reducción del cambio climático y permite desarrollar variedades vegetales más resistentes de una forma natural.

Foto: Avans