Un informe que divulgó en mayo el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) señala que el año pasado fueron asesinados 42 kaiowá guaraní y 34 se suicidaron. El telón de fondo de la problemática es la propiedad de la tierra, los impactos del uso de agrotóxicos y las políticas públicas que conducen al aislamiento de las poblaciones.

Desde el CIMI entienden que éste es el pueblo indígena que está en la peor situación de Brasil y han presentado públicamente algunos datos que sorprenden: un kaiowá guaraní de Mato Grosso do Sul tiene en promedio una hectárea de tierra, en la misma región donde una cabeza de ganado ocupa entre 2 y 3 hectáreas, según divulgó la agencia Púlsar.

Además de estos niveles de desigualdad, la violencia que ejercen los grandes propietarios y sus matones a sueldo es moneda corriente.

Este sábado apareció el cuerpo sin vida de un indígena de 24 años, que pocas semanas atrás había sido elegido como secretario de organización de su comunidad. Su madre contó luego, que algunas horas antes del asesinato dos hombres se habían llevado de la casa a la víctima.

En primera instancia, la policía aventuró que se trataba de un accidente de tránsito, pero sus principales allegados no tienen dudas de que se trata de un homicidio. Esta comunidad kaiowá guaraní está integrada por unas cien personas y viven en un campamento que se llama Kurusu Ambá.

De acuerdo al CIMI, este grupo sufre permanentes amenazas por parte de latifundistas y ya han sido asesinados tres de sus principales referentes. Integrantes de dicha organización hablan de la existencia de un “plan de exterminio” contra las poblaciones kaiowá guaraní. La información que maneja la Fundación Nacional de la Salud (Funasa) señala que la población total kaiowá guaraní está compuesta por unos 45 mil indígenas.