“Los activos reales son un verdadero refugio para los inversionistas… y el oro y las tierras de cultivo son los mejores activos a ofrecer hoy en día y nosotros lo estamos haciendo de la mejor manera que podemos”.

La frase es de Eduardo Elsztain, argentino y presidente de Cresud, empresa que ha adquirido 628.000 hectáreas de tierras de cultivo en Argentina, en su mayoría destinadas a la producción de soja transgénica y ganado. Además, Cresud ha adquirido 17.000 hectáreas en Bolivia, 142.000 en Paraguay y 175.000 en Brasil, principalmente para la producción de soja. Las actuales propiedades agrícolas de Cresud suman casi un millón de hectáreas, es decir una tercera parte del territorio de los Países Bajos, por ejemplo.

A partir de este único ejemplo, se logra desmentir las afirmaciones entre otros de la propia Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), quien ha rechazado la existencia del fenómeno de “acaparamiento de tierras” en América Latina.

La información sobre éste y otros muchos actores empresariales, de instituciones multilaterales y de Estados que se benefician del acaparamiento de tierras (o land grabbing, dada su denominación originaria en idioma inglés) forma parte del más reciente trabajo de la organización GRAIN.

El trabajo, que puede descargarse en formato PDF en archivo adjunto, significa un resumen sin precedentes sobre esta problemática, señalando con nombre, apellido y modus operandi a los principales actores del fenómeno, motorizado por la crisis del capitalismo y la reducción del área agrícola a escala global.

El material elaborado por GRAIN se define como: “Una mirada a algunas de las personas que buscan llevar a cabo o apoyan los grandes acaparamientos de tierras agrícolas a nivel mundial”. “Pensamos que levantar un poco el velo del secreto sobre quiénes son estas personas, podría aportar al debate sobre acaparamiento de tierras”, explica el trabajo.

Y aclara: “Se trata de un grupo emblemático de acaparadores de tierras, no de una nómina exhaustiva” bajo el entendido de que “saber quiénes están involucrados puede también ayudarnos a presionar a los acaparadores de tierras para que se detengan”.

Un caso “ejemplar”

El papel del Banco Mundial como propagandista del fenómeno de acaparamiento es descrito en el documento de GRAIN, señalando las dificultades en cuanto a imagen pública que enfrentó este organismo multilateral a partir de la explosión de la crisis económica en los países centrales en 2007-08 con la consiguiente explosión en el precio de los alimentos y el brutal aumento del número de hambrientos a escala planetaria, alcanzando niveles nunca vistos, ni aún en períodos de “guerras mundiales”.

Sin embargo, acota el informe de GRAIN, “el Banco siguió con su vieja canción: más agricultura de exportación, más inversiones extranjeras. Cuando la crisis estaba en su máximo, estalló el acaparamiento de tierras a nivel mundial. Toda la inversión extranjera que por décadas el Banco había prometido que podría ser el instrumento para paliar la pobreza y la inseguridad alimentaria, estaba inundando los países del mundo. Pero el problema evidente para el Banco fue que el dinero iba tras las tierras de cultivo ocupadas por campesinos y pastores, con el fin de producir cultivos alimenticios para exportar desde países que ya estaban sufriendo una inseguridad alimentaria severa”.

Y entre los “amigos” del BM, el trabajo destaca a los gobiernos en general, pero en especial a aquellos que acumulan mayor nivel de decisión en su seno: Estados Unidos, Japón, China, Emiratos Árabes, Alemania, Francia e India.

El seguimiento de esta temática a escala global puede realizarse a través del sitio web http://farmlandgrab.org/. Allí se ven las múltiples expresiones de acaparamiento de tierras en distintos puntos del Planeta, desde Brasil a Mindanao, o desde Polonia a Uganda.

Foto: Portada del trabajo de GRAIN