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4 de agosto de 2017 | | | | | |

La unión hace la fuerza

Miriam Miranda, referente de la OFRANEH, denuncia el “racismo institucional” que impera en Honduras

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Al tiempo que disminuye la oferta mundial de petróleo, se intensifica la explotación de otras formas de energía. Honduras sufre el desembarco de multinacionales que buscan extraer recursos de sus territorios. Las comunidades están en lucha pero son criminalizadas, porque ni siquiera tienen acceso a la Justicia. Sobre eso habla Miriam Miranda de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH), en entrevista con un equipo de Amigos de la Tierra Honduras.

-Cuéntanos sobre el modelo extractivista y la lucha de OFRANEH.
- Es importante mencionar un hecho que casi no se discute y es que en el planeta nos hemos acostumbrado al combustible fósil como forma de generar energía. En este siglo nos encontramos con una gran crisis porque se está agotando el petróleo, que es el que genera energía. O sea, hablar del modelo extractivista no es únicamente por algo que per se, sino que hay una razón: se está agotando el petróleo en el mundo y por eso los grupos económicos multinacionales están buscando otra forma de generar energía, esa es la razón por la que hay tanta presión hoy día sobre los territorios de los pueblos que todavía conservan los recursos y los bienes comunes de la naturaleza.
El segundo elemento es que Honduras es el segundo país de mayor producción de palma aceitera en América Latina, que no solamente está planificado para la producción de aceite y de jabón, sino para generar biocombustible. Eso lo inició Dinant, la empresa de Miguel Facusse, por lo tanto el gobierno hondureño está visualizando la generación de biocombustible como una forma de generar energía. Eso ha afectado la soberanía alimentaria: ya dejamos de sembrar frijoles, arroz, para sembrar la palma africana, incluso en laderas. Ha afectado profundamente la soberanía alimentaria del pueblo hondureño y eso ha generado mucha más crisis. Como organización, nos incorporamos en esta lucha porque las comunidades garífunas han sido afectadas directamente por los monocultivos, la palma aceitera. No solamente hay comunidades desplazadas, sino que también hay comunidades donde ha habido judicialización de compañeras. También tenemos efectos de desviación de ríos, que han afectado a muchas comunidades en el Bajo Aguán por ejemplo, en donde son generadas por diputados del Congreso Nacional. En el Triunfo de La Cruz surgió un brazo de un río, después de que Miguel Facusse desvió en el Valle de Leán el río Leán. Los efectos en las comunidades han sido gravísimos. También hay una comunidad afectada en Santa Rosa de Aguán donde hay como 28 comunidades que no solamente son garífunas, la mayoría son ladinas que están afectadas por la desviación del río Aguán.
Sumado a eso, está el tema de la salud, porque la palma africana necesita muchos químicos y está afectando las cuencas hidrográficas. Por otro lado, nos estamos encontrando con un grave problema que tiene que ver con la explotación de minas de carbón, en los territorios del pueblo garífuna hay una gran cantidad de piedras que contienen carbón. Hay una resistencia fuerte; la lucha que se está llevando a cabo por parte de las comunidades garífunas y hay líderes y dirigentes que han sido judicializados; tiene que ver con este modelo colonialista, neocolonial.
Hay una situación gravísima porque los sistemas de aplicación de justicia en este país no solamente son racistas, discriminativos sino que también ignoran y desconocen los instrumentos internacionales que tienen que ver con los derechos de los pueblos indígenas, en este caso estamos acogidos como pueblo garífuna. Aquí en este país tú vas a poner una denuncia y te ven de pie a cabeza y engavetan tu denuncia o, es más, en el caso de algunas comunidades el Ministerio Público ni siquiera le acepta las denuncias a la gente, este es un hecho real porque es un desprecio a la población y además es claro que la aplicación de justicia en este país es únicamente a favor de grupos de los grupos fácticos, los grupos de poder económico. Vivimos en un sistema con un racismo institucional, no existen condiciones, ni siquiera hay interés y voluntad política del Estado de cambiar eso. Y lo vemos en todos los medios de comunicación, en el sistema educativo, en la forma en cómo realmente se refleja hacia las comunidades.
Uno de los puntos fundamentales para que podamos garantizar el respeto del derecho de las comunidades es que pueda ejercerse y podamos garantizar que haya una consulta previa, libre e informada, real, verídica, hacia las comunidades. Berta Cáceres fue asesinada por la falta de consulta por el proyecto Agua Zarca, y lo mismo está pasando en todas las comunidades garífunas, en todos los pueblos indígenas donde se persigue, se criminaliza, se encarcela, tenemos compañeros y compañeras aquí que a cada rato los encarcelan y judicializan, a nuestros hermanos que están en la defensa de los bienes comunes de la naturaleza. Por eso es que hay una resistencia local comunitaria, permanente, porque es la única que se puede ejercer, si no tienes apoyo, y no hay ejercicio de aplicación de justicia real en las comunidades, la gente se tiene que preparar para defender su derecho y por eso es que las comunidades hoy día están haciendo asambleas para declararse libre de minería, de represas, libre de todas estas industrias extractivas. Por supuesto, también están fortaleciendo su organización local para garantizar que no lleguen las empresas, porque el Estado manda a las empresas y a las instituciones del Estado para ir a convencer a las comunidades, le dice “mira vamos a hacer esto aquí”, le llegan con unas proyecciones técnicas que la gente o sabe qué carajo es eso, y cuando llegan a la gente a socializar los proyectos dicen que la comunidad ya aceptó. Entonces ahí no solamente hay racismo y discriminación, sino que hay una violación al derecho de las comunidades para oponerse y para decir “no” cuando no quieren pues, o sea está estipulado y está tipificado que las comunidades pueden decir que no, pero el Estado no respeta estas decisiones autónomas de las comunidades. Sabemos que aquí el poder económico y el capital transnacional es el que manda, por eso es que no le importa al Estado y al final de cuentas el gobierno dice “bueno, nosotros somos dueños de los bienes y los recursos que están ahí” y eso es una gran mentira porque las comunidades hemos vivido históricamente mucho antes, incluso, de que Honduras fuera república, Honduras se convierte en república en 1821 y los pueblos indígenas son milenarios, el pueblo garífuna por supuesto que también. Entonces yo creo que hay un irrespeto, hay una violación constante a los derechos pero sobre todo hay un desprecio a los pueblos porque nos ven como objeto y no como sujetos de derecho. Hay legislación internacional como el Convenio 169 de la OIT [Organización Internacional del Trabajo] y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas que establece que el Estado está obligado a respetar los derechos de las comunidades y a garantizar que las comunidades puedan ser consultadas por cualquier proyecto que les pueda afectar en el futuro.

-¿Cómo se manifiesta la imposición de estos proyectos extractivos en la vida diaria de las comunidades y de las mujeres?
- Genera enfermedades, porque ya documentación de esterilizaciones, porque cuando las mujeres están recogiendo las pepitas de las palmas africanas, van sin protección y los químicos entran al cuerpo. Pero una de las cosas bien graves es que hay un trabajo fuerte de división de las comunidades desde el Estado, desde las empresas, desde todos los involucrados en estos proyectos. Por otro lado, las comunidades están en una zozobra permanente porque cuando llega una empresa genera crisis a la interna de las comunidades, empieza a ofrecer dinero y engaña, porque juegan con el hambre de la gente y cuando llega un proyecto de estos, la comunidad ya no es la misma. Lo otro que hay que entender en esta lucha es que las mujeres jugamos un papel muy importante, las mujeres al final tienen una doble, triple, lucha a la interna de su comunidad, sobre todo si son madres que deciden luchar por la defensa de los bienes comunes de la naturaleza, a veces se les dice que no tienen nada que hacer, aquí nos gritaban en la calle, por ejemplo, cuando vinimos con la marcha de las mujeres “¿Qué andan haciendo estos indios acá?”. Hay un deprecio a los pueblos indígenas porque dicen que estamos en contra del desarrollo, que el desarrollo es entregar eso ¿el desarrollo para quién pues? Ya es tiempo de que cuestionemos ese concepto de desarrollo. Y los niños pasan en permanente terror porque se militarizan los territorios, llega la policía, se apropia y amenaza las comunidades, hay un terror en los jóvenes, en los niños y las niñas porque permanentemente ven acosadas sus familias junto a las comunidades. Cuando llega el Ejército y entra en las comunidades el tejido social de la comunidad se destruye. Hay efectos muy grandes en las comunidades.

-¿Usted ve la necesidad la articulación de las luchas en las diversas trincheras que tenemos?
- No sólo necesario, es más que urgente que articulemos los espacios de lucha y para eso tenemos que construir respeto a la diversidad, a las diferentes formas de organizarse, porque nosotros no podemos actuar como actúan los grupos de poder económico, tenemos que respetar, porque somos diferentes. En el caso del pueblo garífuna, no queremos que nos vean únicamente como folklorizados, pero sí creemos que este barco, que es Honduras, no se puede empujar solo, tenemos que crear las condiciones para que cada uno de los hondureños y hondureñas nos preparemos para generar una Honduras diferente. Yo creo que Honduras tiene los suficientes recursos para que todos vivamos con bienestar, el problema es que los grupos de poder económico tienen secuestrada a Honduras y también nuestra mente. Tenemos que trabajar mucho para que el pueblo hondureño entienda que no somos una finca de dos, diez personas, porque se reúnen estas diez familias de poder económico y dicen “yo voy a tomar esto”. Y si uno investiga, hay una distribución en las regiones y en los departamentos de poderes fácticos que tienen años de estar en el Congreso Nacional y uno los puede ver con nombre y apellido, son los que han venido tomando las decisiones por el pueblo hondureño. Por eso es que tenemos que unirnos todos los movimientos, estudiantil, indígena, mujeres, obreros, campesinos y campesinas, todos los movimientos tenemos que unirnos porque esto es urgente, es impostergable que nos aliemos, trabajemos en conjunto todo lo que podamos y, desde nuestro espacio, podamos brindar nuestras potencialidades y capacidades para esta Honduras que es necesario construir para las futuras generaciones, si no esto se fue al carajo.
-Muchas gracias, Miriam.

Imagen: Amigos de la Tierra Honduras

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