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25 de julio de 2017 | Noticias | Anti-neoliberalismo | Bosques y biodiversidad | Derechos humanos | Género | Soberanía Alimentaria
La lucha del pueblo indígena garífuna en Honduras, de la Asociación Amigos de San Isidro Cabañas (ASIC) en El Salvador o la resistencia de las mujeres afrocaucanas a las actividades extractivas en el Norte del Cauca colombiano tienen un estrecho vínculo. Son lideradas por mujeres que han hecho de la defensa de los territorios, de las culturas locales populares y milenarias, y del medio ambiente, su causa de vida.
En el caso colombiano y hondureño, además, mujeres negras, que han antepuesto la defensa de las causas de los pueblos a su propia vida, en un continente latinoamericano en el que la defensa de la dignidad se paga muchas veces con la muerte.
Sin embargo, el miedo no las paraliza. “Berta Cáceres fue asesinada por la falta de consulta por el proyecto Agua Zarca, y lo mismo está pasando en todas las comunidades garífunas, en todos los pueblos indígenas donde se persigue, se criminaliza, se encarcela. Tenemos compañeros y compañeras que los encarcelan y judicializan, porque están en la defensa de los bienes comunes”, dijo al Movimiento Madre Tierra – Amigos de la Tierra Honduras la coordinadora de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH), Miriam Miranda. La dirigente ha sido amenazada de muerte en varias oportunidades.
Según relató Miriam, los monocultivos de palma aceitera y la explotación de minas de carbón, entre otros factores, a manos de grupos económicos transnacionales en numerosos casos, generan una grave presión sobre los territorios y las comunidades garífunas que resisten en ellos y conservan los bienes comunes de la naturaleza. “Dejamos de sembrar frijoles y arroz para sembrar la palma africana incluso en laderas. Eso ha afectado profundamente la soberanía alimentaria del pueblo hondureño”, aseguró Miriam. Se trata de un “modelo neocolonial”, con el apoyo de “sistemas de aplicación de justicia racistas, discriminativos y que ignoran y desconocen los instrumentos internacionales que tienen que ver con los derechos de los pueblos indígenas”.
En tanto, Rina Navarrete, directora de la Asociación Amigos de San Isidro Cabañas (ASIC), departamento salvadoreño de Cabañas, aseguró en nota brindada a CESTA – Amigos de la Tierra El Salvador, que “uno tiene miedo, no voy a decir que no, pero se piensa en el futuro de los hijos y nietos, para dejarles un mejor ambiente”. “Yo salgo, voy a reuniones y uno tiene temor que le hagan algo y no logre regresar a su casa”, dijo con tristeza y preocupación la luchadora social.
Rina, madre soltera de dos hijos, asumió la dirección de la ASIC en 2009, ante el asesinato de su compañero Marcelo Rivera, acribillado por realizar graves denuncias contra las actividades de la minera de origen canadiense Pacific Rim, ahora Oceana Gold. En el trabajo de resistencia a esa corporación, la ASIC buscó mayor incidencia política congregándose al Movimiento de Víctimas, Afectados y Afectadas por el Cambio Climático y Corporaciones (MOVIAC). La lucha ambiental no le fue gratis a la dirigente: “sujetos desconocidos llegaron a mi oficina a buscarme y como no estaba amedrentaron a mis compañeros y a miembros de la Junta Directiva, y exigieron que dejáramos de seguir trabajando en la zona”. Otra de las luchas que Rina ha encabezado ha sido contra la contaminación del río Titihuapa desde 2007.
Por su parte, para las mujeres afrocaucanas, en su resistencia a las actividades extractivas, el río Ovejas es padre y madre, es una de las principales fuerzas ordenadoras en la producción y reproducción de la vida en el Norte del Cauca, dice una nota de CENSAT Agua Viva – Amigos de la Tierra Colombia. “En torno a él se articulan construcciones culturales de distintos Consejos Comunitarios y poblaciones afro del departamento que han recuperado tierras y aguas para enraizar sus sentires y saberes a un territorio, tras haber padecido por siglos la exclusión resultante de un sistema de dominación múltiple”.
CENSAT relata que la lucha de las mujeres afrocaucanas ha sido de las más valientes en los últimos años en Colombia. “Ellas, guardianas de la alegría y la libertad, han contribuido a la articulación del Proceso de Comunidades Negras (PCN) con resguardos indígenas para sacar las retroexcavadoras de sus aguas y montañas, han posicionado denuncias nacionales e internacionales y han entablado negociaciones con el gobierno”, que no han alcanzado los resultados esperados. Además, las mujeres realizaron manifestaciones estético-culturales y, tercamente, inculcan su resistencia anticolonial, antipatriarcal y anticapitalista a sus hijas e hijos.
En 2015, para ampliar la escala de su expresión particular de la contradicción capital-vida, las mujeres afrocaucanas se embarcaron en la Movilización de Mujeres Afrodescendientes por el Cuidado de la Vida y los Territorios Ancestrales. Más de 100 personas, en su mayoría mujeres, caminaron más de 500 kilómetros entre las cordilleras andinas que separan a Bogotá, capital de Colombia, y el Norte del Cauca, con el fin de visibilizar las amenazas a sus medios y modos de vida y exigir el cese inmediato de esas amenazas.
En palabras de Miriam Miranda de Honduras, “las mujeres jugamos un papel muy importante en las resistencias, con una doble o triple lucha, a lo interno de la comunidad, sobre todo si son madres que deciden luchar por la defensa de los bienes comunes de la naturaleza”. Para Rina en El Salvador todo el esfuerzo ha valido la pena, especialmente luego que algunos meses atrás el país aprobara una ley contra la minería metálica. Por su parte, en Colombia, dice CENSAT, las mujeres negras nortecaucanas han reconocido la sangre que se ha derramado por sus tierras y las muertes que ha costado su libertad. “Por eso el territorio, como concreción de la dignidad popular, no se vende. Ellas, memoria viva, grito de las oprimidas, voz de los ríos y la tierra, son también el territorio”.
ATALC homenajea a todas las mujeres afrodescendientes en su día. Pero muy especialmente a aquellas que integran las diversas luchas de nuestro continente en defensa de los bienes comunes, de la justicia social y ambiental, de los derechos de los pueblos. Luchas herederas y continuadoras de las luchas anticoloniales y anti racistas, también tan actuales. En un contexto regional de persecución a los defensores de los territorios y de los derechos humanos, su valentía y dignidad nos inspiran.
* Las notas y entrevistas que cita este artículo fueron hechas especialmente para su realización.
Imagen: https://www.flickr.com/photos/prensarural/
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