Berta Cáceres organizó al pueblo lenca, la mayor etnia indígena de Honduras, en su lucha contra la represa de Agua Zarca. La construcción estaba prevista en el noroeste del país en el Río Gualcarque, sagrado para las comunidades indígenas y vital para su supervivencia.

La campaña emprendida por Cáceres logró que el constructor más grande de represas a nivel mundial, la compañía de propiedad estatal china Sinohydro, retirara su participación en el proyecto hidroeléctrico. La Corporación Financiera Internacional, institución del Banco Mundial que invierte en el sector privado, también abandonó la iniciativa.

Ahora, tras el asesinato de Cáceres, la compañía finlandesa de Desarrollo Financiero, Finnfund, que en un primer momento condenó el asesinato pero dijo que proseguiría con su actividad, posteriormente, y con la presión social internacional, decidió paralizar temporalmente sus actividades en Agua Zarca y retirar sus créditos. Ahora, se espera que sigan el mismo camino las empresas alemanas Voith Hydro y Siemens, que participan en el proyecto en la fabricación de las turbinas.

Con el propósito de reclamar una comisión de investigación independiente que esclarezca la muerte de Cáceres y revelar al mundo la descomposición de Honduras desde el golpe de Estado en 2013, familiares y compañeros de la activista realizan una gira por Europa. La hija de Berta Cáceres, Bertha Zúñiga Cáceces, acompañada de Rosalina Domínguez, del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) están explicando el conflicto con la empresa Desarrollos Energéticos S.A. (DESA) por el proyecto de Agua Zarca. Y los efectos de la muerte de Cáceres.

Bertha Zúñiga, hija mayor de la luchadora hondureña visita Europa denunciando el papel de las corporaciones en el crimen contra la fundadora del COPINH. En ese contexto fue entrevistada por Más Voces de Madrid, audio que compartimos en adjunto.

Berta Cáceres recibía desde hace años continuas amenazas de muerte por su lucha contra la construcción de los proyectos hidroeléctricos. Pero ella no cesó en su compromiso con los más de 400 mil lencas, un pueblo milenario que reside en Honduras y el oriente de El Salvador.

Cáceres siempre dijo que el pueblo lenca se considera custodio de la naturaleza, de la tierra, y sobre todo de los ríos. Y es que en la tradición lenca, en los ríos residen los espíritus femeninos y las mujeres son sus principales guardianas. Una de las mayores luchas por esos ríos ha sido la lucha por salvar Agua Zarca.

El proyecto de la represa de Agua Zarca fue aprobado con una concesión a la empresa hondureña Desarrollos Energéticos SA, DESA, que inicialmente logró el respaldo de la compañía china Sinohydro.

A partir del golpe de estado de 2009, Honduras vio un aumento explosivo de megaproyectos, especialmente vinculados a la provisión de energía barata para concesiones mineras.

La represa de Agua Zarca significaría desplazamientos e impediría a la comunidad originaria desarrollar sus actividades agrícolas, ya que no sólo se privatiza el río sino varios kilómetros a la redonda. El río deja de ser de las comunidades y pasa a manos privadas.

Por todo esto, para la hija, familiares y compañeros de Berta Cáceres, no hay duda quién se encuentra detrás del asesinato.

La presión internacional es lo que puede conseguir que los proyectos sean abandonados por los bancos y empresas europeas. Esto es lo que busca la hija de Berta Cáceres y la COPINH, pero también reclaman una comisión independiente que investigue los asesinatos de Berta y el resto de dirigentes indígenas para que no se pueda dar la impunidad que ejerce el Gobierno de Honduras.