11 de abril de 2016 | Entrevistas | Industrias extractivas
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Desde el primer gobierno de Juan Manuel Santos, iniciado en 2010, el impulso al desarrollo de la industria minera de carácter trasnacional, bajo el título de ’locomotora minero-energética’, se intensificó. Como ha sido denunciado por organizaciones ecologistas y de Derechos Humanos, los desplazamientos de cerca de 4 millones de personas de sus territorios por el paramilitarismo en los gobiernos anteriores de Álvaro Uribe (2002-2010), ciertamente fueron funcionales a esa intensificación del modelo extractivista. Son conocidos los impactos socioambientales de la minería en América Latina, pero ¿qué consecuencias tiene sobre niñas y niños que deben crecer en el entorno de grandes proyectos extractivistas? Con la intención de dar respuesta a esta interrogante, Censat Agua Viva - Amigos de la Tierra Colombia decidió realizar talleres con niñas y niños indígenas y campesinos de los departamentos La Guajira, Santander, Antioquia y Cauca que crecen viendo la “locomotora” pasar.
Del 6 al 8 de abril se realizó en la Escuela de Artes Plásticas, de la Universidad Nacional de Colombia la exposición “Dibujos, paisajes y voces del cuerpo – territorio”, convocada por Censat Agua Viva - Amigos de la Tierra Colombia y la propia universidad. La muestra presentó una parte del trabajo realizado por la tallerista María Andrea Gómez con cerca de 120 niñas y niños de los cuatro departamentos mencionados.
“La iniciativa surge de la necesidad de saber qué están pensando los niños, y en qué situación están ellos, ya que tienen unas particularidades bien complicadas dentro de sus lugares de vida, por esta problemática del extractivismo, de carbón, de oro (…) pero no sólo qué piensan, sino qué sienten y qué proponen ante esta problemática”, cuenta María Andrea en diálogo con Radio Mundo Real.
La metodología empleada, según explica la activista, implica que el propio cuerpo sea entendido como un territorio (o como parte de uno): “queríamos ver también cómo los niños organizan, expresan y simbolizan su vida dentro de su propio cuerpo. Todos desde que nacemos, guardamos las huellas y el registro de todo lo que nos ha sucedido, de lo que hemos sentido, de lo que nos ha pasado, de lo que hemos aprendido. Entonces las cartografías surgen como un mapa de esos paisajes en el recorrido y la experiencia del ser humano, tratando de ir a las profundidades y hacer que aflore a la superfície y a la piel, lo que viene guardando, pensando, sintiendo”.
Además los dibujos, la exposición fue acompañada de textos de María Andrea Gómez, que partieron de “tantos elementos que ellos plasman en sus cuerpos”. La tallerista compartió dos de estos textos:
No me gusta el polvillo que deja la mina de carbón,
las basuras que se acumulan y se queman.
No quiero que desvíen el arroyo Bruno.
No me gusta el ruido del tren minero, ni tampoco
las explosiones.
¿Por qué tiran basuras al río?
¿Porqué nos dejan el polvillo en el aire?
No tenemos nuestra agua
Estamos enfermando.
Las vías del ferrocarril minero
son como una gran cicatriz en mi brazo derecho;
Atravesaron el pueblo,
y nos despiertan con su temblor.
Pesa mi brazo, duele mi corazón,
sin los árboles, sin el jagüey.
Los textos junto a los dibujos serán reunidos y publicados, junto con una caja de herramientas “para que otros grupos, otras personas en cualquier lugar del mundo puedan desarrollar sus cartografías corporales, y trabajar las relaciones entre cuerpo y territorio”.
Escuche la entrevista completa con María Andrea Gómez en el archivo adjunto.
Imagen: http://censat.org/
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