En un momento en el que la capacidad de importación de alimentos e insumos agrícolas merma en Venezuela, iniciativas como las de Mano a Mano adquieren especial relevancia, según entienden sus integrantes: los propios productores pueden producir sus abonos; la agricultura agroecológica exige montos menores en créditos que la convencional; ante la migración de trabajadores rurales a la ciudad, desde la agroecología se desarrollan formas de trabajo asociativo. “Nosotros creemos que los procesos revolucionarios pueden apuntalarse muy bien junto a los agroecológicos, porque la agroecología exige la cooperación, la solidaridad; y es antiimperialista porque no depende de (ni tampoco tributa a) las trasnacionales”, afirma Nelson, integrante del colectivo.

La revalorización y recuperación de cultura e identidad alimentaria ha sido uno de los logros de esta iniciativa merideña: “Hasta hace unos dos años atrás, la gente recibía en la cesta alimentos que no conocía, por lo que se estimuló un proceso de aprendizaje; preguntaban ’¿qué es esto? ¿cómo lo consumo? ¿qué beneficios trae?’, entonces se generó un proceso de formación natural. Incluso esos rubros que la gente preguntaba qué eran, ahora ya los piden, y se ha ido creando una demanda por ejemplo de chachafruto, yacón, amaranto, uchuva”, afirma Ravi, productor agroecológico.

Replanteando producción y consumo

En asambleas los productores definen los precios y los rubros a producir. Las reuniones también cuentan con la participación de consumidores, y los montos establecidos se mantienen por un período de tres meses. Se buscó generar un espacio de encuentro directo con productores y consumidores, prescindiendo de los intermediarios.

Otra experiencia desarrollada en articulación con Mano a Mano es el Convivium, un espacio conformado por cocineras/os con el objetivo de recuperar la cocina local con rubros autóctonos y nativos como “las distintas variedades de papa nativa, la maya, cuiba, yacón”.

Desde el proyecto se destaca la articulación entre la academia y el campesinado: “ha habido una relación solidaria entre investigadores, estudiantes de ciencia, de biología, de agronomía con los productores campesinos, por lo que han logrado en conjunto recuperar cultivos que estaban escaseando”.

Como otra forma de vínculo campo-ciudad existe la posibilidad de que quiénes adquieren los alimentos participen en parte en su producción. Las cayapas o “mano vueltas” son una forma tradicional de cultivo en forma cooperativa de raíz indígena en Venezuela. Esto también es visto por las y los integrantes de Mano a mano como una forma de deconstruir la relación productor-consumidor actual, de manera que se pueda trascender el intercambio monetario mediado por las cadenas de supermercado.

A pesar de características contrahegemónicas como esta, se reconoce que no ha sido sencillo lograr el apoyo decisivo del Estado a esta iniciativa y a la agroecología como un todo. Sin embargo, “hay instituciones del Estado interesadas, y empiezan a asomarnos propuestas: hace poco el Consejo Federal del Gobierno abrió una línea de apoyo a la agricultura ecológica y a la producción de semillas”, afirma Nelson.

Para conocer más sobre Mano a Mano escuche el audio adjunto.