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23 de marzo de 2015 | Noticias | Derechos humanos | Soberanía Alimentaria
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El agrotóxico cuya utilización está asociada a la producción de transgénicos y por ende ha tenido un empleo creciente en varios países que aún permiten el uso de esa tecnología, recibió un nuevo cuestionamiento, en este caso desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien aumentó su calificación de riesgo para la salud humana.
La información divulgada mundialmente indica que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, por su sigla en inglés, dependiente de la OMS) ha incorporado el glifosato a la lista de sustancias probablemente carcinógenas para humanos (grupo de sustancias 2A de la IARC).
La decisión adoptada el viernes 20 de marzo en una reunión de expertos de la IARC celebrada en su sede de Lyon, Francia, incluye también en este grupo de sustancias a los insecticidas malatión y diazinón.
La difusión de estas conclusiones recibió la inmediata reacción de la “Fuerza Especial” sobre glifosato, impulsada por las industrias de agrotóxicos más reconocidas a nivel internacional. Sin embargo, las evaluaciones del IARC serán publicadas íntegramente en la futura edición de monografías de esta agencia. El resumen de las mismas fue adelantado en la revista especializada "The Lancet Oncology”.
El glifosato, un herbicida genérico, no selectivo, es actualmente el de uso más extendido en la agricultura y fue desarrollado y patentado por la gigante Monsanto bajo el nombre comercial de Round Up, aunque desde 2000 existen varias versiones del agrotóxico y la transnacional no tiene exclusividad respecto a su patente.
De hecho, Monsanto y otras transnacionales de la bioingeniería han desarrollado variedades transgénicas de semillas resistentes al glifosato (identificadas como RR, “roundup ready”), conformando un binomio tecnológico –y comercial- indisociable.
La empresa se adelantó a solicitar una reunión urgente de la OMS para que la agencia “explique” sus conclusiones, reportó Reuters.
El herbicida se ha detectado en los alimentos, el agua y en el aire después de ser pulverizado, según el informe de la agencia de la OMS. Las pruebas para la conclusión de la OMS son de estudios de exposición, sobre todo agrícola, en los Estados Unidos, Canadá y Suecia, publicados desde 2001.
La IARC incorporó el glifosato a la lista 2A, de principios activos que “se clasifican como probables carcinógenos para los seres humanos”. Luego de un año de trabajo de 17 expertos de once países, el documento emitido señala: “Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin)”.
En otras palabras: de los cinco niveles de asociación de sustancias con la provocación de cáncer, el glifosato se ubica en el segundo lugar en peligrosidad.
La preocupación acerca de la presencia de glifosato en alimentos ha sido un tema candente de debate en los Estados Unidos recientemente, y ha contribuido a la aprobación el año pasado en Vermont, de la primera ley del país sobre etiquetado obligatorio de los alimentos modificados genéticamente.
En Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, en tanto, ha venido creciendo el movimiento de pobladores rurales, agricultores y trabajadores, así como de vecindades peri urbanas expuestas a agrotóxicos, denunciando las afectaciones a la salud provocadas por diversos principios activos; y reclamando sea su prohibición, sea la exigencia de franjas de demarcación o retiro respecto a viviendas y centros escolares.
Investigaciones independientes en esos países, como la del fallecido Andrés Carrasco en la Argentina habían demostrado los efectos del glifosato a nivel embrionario, en tanto se encontraron rastros del herbicida en la leche materna de mujeres radicadas en las proximidades de cultivos de soja transgénica tolerante a glifosato.
El estudio de la IARC conocido parcialmente también señaló efectos genéticos de la exposición al herbicida. Destaca que el herbicida “también causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas” (situación que tiene relación directa con el cáncer). El reconocimiento por parte de una agencia vinculada al sistema de Naciones Unidas de la peligrosidad de un compuesto tan extensamente utilizado tanto en agricultura como en el desmalezamiento de plantas urbanas –y considerado “inocuo” hasta hace poco más de un lustro por parte de los técnicos agrícolas- marcará “un antes y un después” en el debate sobre agrotóxicos, afirmó Damián Verzeñassi, de la Cátedra de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario, Argentina, consultado por el portal “La Vaca”.
“Es necesario saludar al IARC y a la OMS por ponerse al día con las investigaciones científicas. Es muy importante esta publicación, habrá un antes y un después, ya que fortalece la posición de los que venimos reclamando a las academias y a los responsables políticos la aplicación y plena vigencia del principio precautorio (tomar medidas urgentes para proteger a la población)”, reclamó Verzeñassi.
“La OMS lo admitió, ya no pueden quedar dudas, el problema es mucho mayor de lo que se dice. El glifosato ha seguido el mismo camino que el endosulfan, el DDT, el cigarrillo y el Tamiflu”, explicó el investigador argentino.
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