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17 de enero de 2014 | Entrevistas | Bosques y biodiversidad | Soberanía Alimentaria | Mano a Mano
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Nuestro “Mano a Mano” en este caso es con Elizabeth Bravo, ecuatoriana, coordinadora de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos (RALLT), integrante de la Alianza por la Soberanía Alimentaria de América Latina y Caribe y, a nivel de su país, de Acción Ecológica.
Provoca este diálogo en profundidad sobre el panorama latinoamericano sobre transgénicos y sus agrotóxicos asociados, la acción urgente mediante la cual se busca que el gobierno argentino no autorice –como parece dispuesto a hacerlo- variedades de soja y maíz, que además de genéticamente modificadas son resistentes a poderosos venenos: el 2,4D y el glufosinato de amonio. El primero de ellos es componente del defoliante bélico “agente naranja” utilizado, entre otros escenarios en la guerra de Vietnam.
Pero además de su legajo bélico, este compuesto representa un peligro para los ecosistemas y la salud humana en el Cono Sur y en aquellos países donde se cultive y/o comercialicen estos nuevos eventos transgénicos.
En efecto, Argentina está a punto de aprobar la soja transgénica GM 444Ø6 - DAS - 6 desarrollada por Dow AgroSciences Argentina SA , que confiere tolerancia al herbicida 2,4 - D, al glifosato y al glufosinato de amonio, a partir del dictamen positivo que ha dado la CONABIA (Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria) en diciembre de 2013.
Tras de esta aprobación para su cultivo, es esperable la aprobación del maíz transgénico resistente a ambos herbicidas, loa cuales están categorizados como más tóxicos aún que el propio glifosato. Aunque señaló que la campaña contra estas variedades se concentra coyunturalmente en Argentina, debido a la premura de su posible aprobación, debería ser global, ya que similares autorizaciones se libraron en Estados Unidos y en Canadá. Su comercialización, también habría sido liberada en Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda, según algunas informaciones, dijo Bravo.
“Evidentemente, a diferencia de lo que quiere señalar la industria, en realidad los OGM se han transformado cada vez en elementos más peligrosos para las personas y los ecosistemas”, agregó.
En el diálogo para Radio Mundo Real, Elizabeth amplía su análisis a los países andinos y llama la atención principalmente sobre los ecosistemas de llanos colombianos, praderas tropicales donde se ha iniciado el cultivo de algodón y maíz transgénicos y donde eventualmente puede cultivarse soja resistente a glifosato, al encontrarse aprobada.
Bravo señala que en noviembre de 2012, varias organizaciones ambientalistas, de derechos humanos y otras enviaron al Relator Especial para el Derecho a la Salud de Naciones Unidas un petitorio para intervenir precautoriamente antes de la aprobación de estas semillas resistentes al 2,4D, el cual fue reiterado en febrero de 2013, sin que recibieran respuesta hasta el presente.
“Hay que seguir intentando y esta acción dese continuar porque de ella depende la salud de varios millones de personas”, dijo Bravo. Y acotó que en el Año Internacional de la Agricultura Familiar, no obstante, se aprueban transgénicos y agrotóxicos que son parte sustancia de un modelo altamente concentrador de tierra.
Imagen: www.ups.edu.ec
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