En un acto público llevado a cabo el 19 de septiembre en la capital colombiana, Bogotá, la organización Fuerza de Mujeres Wayuu recibió el Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos, correspondiente a la categoría de experiencia o proceso colectivo –nivel proceso social comunitario. El galardón es otorgado por la organización no gubernamental internacional Diakonia y la Iglesia Sueca, con apoyo del gobierno sueco.

Fuerza de Mujeres Wayuu, proveniente de La Guajira colombiana (departamento), es una organización creada en 2006 a través de una alianza entre comunidades, rancherías y procesos sociales, con el objetivo de visibilizar las violaciones de derechos humanos y derechos étnicos de las comunidades. La organización también ha liderado denuncias por las consecuencias negativas de los megaproyectos minero-energéticos en la región.

La activista Jakeline Romero Epiayu, integrante activa de Fuerza de Mujeres Wayuu, afirma en una amplia entrevista con Radio Mundo Real* que el premio “es un impulso” a la organización y a sus integrantes, que han vivido muchas situaciones de violencia, amenazas, estigmatización y señalamiento por defender los derechos humanos y el territorio en Colombia. Además, en un contexto en el que deben enfrentar proyectos extractivos, como la mina de carbón a cielo abierto “El Cerrejón”, una de las más grandes de América Latina, ubicada en La Guajira.

Romero nos habla de los múltiples desafíos que enfrentan como organización en el contexto colombiano, referidos a los procesos de resistencia de las comunidades al extractivismo y a las empresas. Durante años las comunidades han sido despojadas, amenazadas y desplazadas de sus territorios, sin que sus derechos sean restituidos. La líder social también nos habla de los desafíos propios que tienen las mujeres cuando deciden organizarse, incluyendo los riesgos que enfrentan. “Está constantemente el riesgo de perder la vida. Vemos casos en el país en donde mucha gente es asesinada por decir cosas que no le gusta a alguien, no le gusta a las empresas, no le gusta al gobierno, no le gusta a los políticos. (…) Efectivamente como mujeres tenemos en algún sentido mayor vulneración, porque nos enfrentamos a situaciones distintas a las que se puede enfrentar un hombre. El temor a ser violadas por ejemplo, el temor a que te van a matar los hijos. El impacto que tiene en las mujeres el ser víctimas de algún tipo de amenazas siempre va a ser distinto. Y también creo que la intencionalidad siempre va a ser distinta de parte del que agrede”.

Ante estas situaciones, Romero sostiene que “si las amenazas surgen es porque algo se está haciendo bien. (…) El mensaje es buscar más aliados, elevar más la voz, porque esa es una manera de blindar la vida de la organización, de sus miembros, en tiempos tan difíciles”. “Vemos que el gobierno sigue concesionando los territorios, siguen llegando las empresas minero-energéticas, siguen detrás de nuestros bienes naturales. Esa es una contradicción muy grande en un país que supuestamente le apuesta a la paz”, agrega la activista. Según organizaciones internacionales, Colombia continúa siendo el país donde más ambientalistas y defensores y defensoras del territorio son asesinados impunemente.

Romero da un mensaje a las mujeres indígenas y no indígenas, y es el de que hay que “atreverse”. “Vale la pena lo que estamos haciendo, vale la pena apoyar a otros, ser la voz de quienes muchas veces no pueden tener voz. (…) Seguramente no vamos a transformar el mundo, pero dejamos un aporte, que seguramente transforma el mundo de alguien, el mundo de una comunidad. Y eso es esperanzador”.

* Entrevista realizada por nuestros colaboradores Aldo Orellana López, Leny Olivera Rojas, Sian Cowman y Philippa de Boissiere.